La vendimia se acerca. Durante estos meses le hemos dado a las viñas todo nuestro cuidado y cariño, las hemos cultivado y protegido y ahora solo nos queda esperar al punto óptimo de maduración. Estamos ya a finales de agosto.
Me impresiona lo rápido que ha pasado este mes de agosto. He visto avanzar el envero de la uva, de forma irregular pero firme, hasta que la mencía ha alcanzado en su totalidad ese color púrpura tan característico. He conocido grandes viticultores y bodegueros quienes me han enseñado con total generosidad sus casas, sus viñedos y sus intimidades en el cultivo de este patrimonio maravilloso que es el Bierzo. He descubierto pueblos, bosques, valles, ríos y montañas. He recibido la visita de amigos y familiares, capaces de recorrer cientos y cientos de kilómetros para compartir aunque sea solo unos días esta aventura del viaje al centro del vino. Se agradece ver esas caras familiares, recibir sus abrazos, compartir risas, vinos y conversaciones.
Pero sobretodo me alegra estar aquí y poder descubrirles una región para ellos desconocida, quizás injustamente infravalorada por haber carecido de una entidad administrativa precisa y diferenciada de León. ‘Nos recuerda más a Galicia’, me dicen. Quizás sí. Quizás no. Lo que está claro es que el Bierzo es un territorio perfectamente delimitado por toda esa corona montañosa que custodia la cuenca del río Sil formando una especie de anfiteatro, con una extensión cercana a los 2.900 Km2 y 37 municipios, llenos de historia. Desde Acebo a Villafranca -por donde cruza el camino de Santiago-, desde Matarrosa a Toral de los Vados -por donde recorre el cauce del río Sil-, desde Peñalba hasta los Ancares o desde las Médulas a Congosto. Paisajes llanos y accidentados, en la montaña o la fosa, con localidades histórico artísticas como Ponferrada, Molinaseca o Villafranca del Bierzo donde se mantienen en perfecto estado castillos, iglesias y antiguos lugares de residencia de la nobleza, pueblos manifiestamente rurales –con esa calma chicha tan envidiable- y ese entorno paisajísticamente único formado por las Médulas (considerada la mayor mina de oro a cielo abierto de todo el Imperio Romano).
Y, por supuesto, todos esos viñedos centenarios, en ocasiones prefiloxéricos, que nos dan esos vinos tan singulares y diferentes entre sí. Aún me queda mucho por descubrir pero pasados tres meses no puedo dejar de hacer balance y sentir que no me equivoqué cuando el pasado invierno desde Barcelona me imaginé una mañana cómo sería vivir en Cubillos del Sil y acepté esa inesperada proposición de Julio de 13 viñas. ‘Me alegro que te guste, que la gente te trate bien y que te sientas a gusto’, me dice.
Todo gracias a ti, pienso yo. Quizás no se lo digo suficiente. Pero me encanta su pasión por los viñedos viejos, por recuperar el patrimonio agrícola en el Bierzo Alto, por su esfuerzo y dedicación cada día para abrirse paso entre el sector y por no vender humo, más allá de un buen vino. Con él discuto, contrasto opiniones y apuntes y aprendo cada día un poquito más sobre esta región, sus vinos y su viticultura, tan variada como personas, parajes y parcelas.
‘En Valtuille de Abajo -municipio de 150 habitantes y una docena de bodegas- andan nerviosos. La previsión anuncia lluvias para la semana que viene, cuando muchos pensaban iniciar la vendimia’, le cuento.
Es el momento de cosechar los resultados de todo el esfuerzo invertido en la viña a lo largo del año. Todo iba de maravilla y esas tormentas podrían estropear una añada que se estima excelente. En el valle, la uva madura antes. Parece ser que el calor de las últimas semanas ha anticipado la vendimia y todo está ya listo para empezar. ‘Alguno va a empezar antes del lunes, ya verás’, me dice. Y es que el agua antes de la vendimia no es nada conveniente ya que las uvas ganarían peso pero diluirían sus propiedades como el sabor, el grado alcohólico y los antocianos, responsables de dar el color al vino.
Podrían retrasar la vendimia pero si las tormentas persisten se exponen al desarrollo de la brotytis, un hongo patógeno que aparece cuando las condiciones climáticas de humedad (sobre todo lluvias) tienen lugar durante el periodo de maduración de la uva y que afecta directamente a los granos, que aparecen podridos, con una especie de moho grisáceo en la superficie y acaba provocando la muerte de la zona atacada por colapso de los vasos.
Como predijo Julio, es sábado y en Palacio de Canedo han empezado ya a vendimiar. También en algunas parcelas de Valtuille y Cacabelos. Está claro, algunos viticultores prefieren correr que arriesgar.
En los viñedos de montaña, de momento, se relajan. ‘Aquí en el Bierzo Alto aún nos quedan por lo menos 20 días para la vendimia. ¿No ves que la piel de las uvas aún está dura? Y aún le falta concentrar más azúcares’, me explica Julio. De hecho, una ligera lluvia nocturna es lo mejor que nos podría pasar. Agosto ha sido muy seco y caluroso y la tierra necesita agua. Esa agua le permitiría a la planta alimentar mejor a las uvas, aumentar volumen y seguir madurando. En las partes más altas de Corullón, la vendimia no se espera hasta entrado octubre. Hay mucho recorrido aún.
Así que mientras las uvas siguen su ciclo, los trabajos se concentran en la bodega. Hay que embotellar el vino, etiquetar, encapsular y dejarlo reposar en botella. Hay que trasegar y rellenar de nuevo las barricas. Hay que limpiar depósitos, hidratar barricas nuevas y preparar la prensa para la llegada de las uvas. Hay ganas, hay nervios, hay ilusión. Mucha ilusión. Quizás no hagamos el mejor vino del Bierzo, pero no hay duda que será el más personal y emocional que haya probado nunca.