La viña de los Pinos constituye una de las imágenes más icónicas del Bierzo. Una casita blanca en lo alto de una colina con sus tres ilustres pinos y rodeada completamente de cepas centenarias sobre un mar de viñedos. Es reconocida por todos los que circulan entre Cacabelos y Villafranca, por los peregrinos que realizan el camino de Santiago y especialmente por aquellos que tuvieron la oportunidad de asistir al famoso Evento Sarmiento, un festival de música, vino y amigos que se celebró allí entre 2009-2019.
Pero más allá del icono, la viña de los Pinos es un patrimonio vitícola, natural e histórico indiscutible, legado de muchas generaciones atadas al vino de calidad en el Bierzo. ‘Palacio de Arganza, que fue de las primeras marcas que hubo en el Bierzo y que después ha pasado por muchas manos, la creó un antepasado nuestro. Más tarde, mi abuelo Pepe decidió, cuando en el Bierzo prácticamente solo se elaboran graneles, embotellar un vino de calidad siguiendo el modelo francés de château y así surgió la marca Valdeobispo, considerado por muchos como el primer vino moderno del Bierzo en los años 70. Mis abuelos eran villafranquinos pero vivían fuera del Bierzo y el vínculo familiar con las viñas se mantuvo en la distancia’. El que habla es Santi Ysart quien junto a sus cuatro hermanos han apostado -años después- por recuperar esa actividad perdida de la familia y han creado Cantariña Vinos de Familia.
Pero, ¿qué es lo que ocurrió? ¿Por qué vuestros padres abandonaron el cultivo de las viñas? ‘El proyecto de mi abuelo y su socio termina cuando él muere en 1982. Mi madre y sus hermanos deciden conservar la marca y se embarcan en un proyecto más ambicioso, de importante inversión tecnológica y voluntad de dedicarse a la exportación de vino cuando la recién nacida DO todavía era desconocida. Todo eso se lo llevó por delante la crisis de los 90. De las 40 hectáreas familiares, solo pudieron salvar 12 y, desengañados, deciden alquilar los viñedos’.
Santi y sus hermanos crecen y desarrollan sus carreras profesionales fuera del Bierzo aunque la Viña de los Pinos y su cabaña se conserva como punto de encuentro familiar. Tras todas esas idas y venidas al Bierzo, el evento Sarmiento organizado por los primos y los múltiples encuentros con sus hermanos en lo alto de la colina, bajo la sombra de esos pinos, viendo fotos antiguas y rememorando relatos familiares entorno al vino, se les despertó el gusanillo.
En 2015, -medio en serio, medio en broma- vendimian una parcela de garnacha tintorera que la bodega, a quien tenían arrendados los viñedos, no recogía. Elaboran el primer vino, Cantariña 1 La Garnacha. Y en 2016 les ceden otra parcela. Esta de mencía. ‘Vinificamos en la bodega de un amigo, Alejandro Luna (bodega Luna Beberide) quien nos ha ayudado y del que hemos aprendido mucho’.
Alentados por el hecho que el Bierzo empezaba ya a resaltar como región vinícola, Santi y sus hermanos deciden crear Cantariña Vinos de Familia y tomarse ya en serio el vino como negocio. ‘En 2017, yo dejo Madrid y me instalo en Vilafranca para dedicarme ya por completo al cultivo de las viñas. Recuperamos la totalidad de la fincas y sacamos las primeras botellas al mercado en 2019’. El éxito de Cantariña en el mercado ha sido muy bueno. Hoy tienen en propiedad 12 hectáreas en las Gundiñas, Valdeobispo y Cotelo con las que producen hasta 6 referencias con la marca Cantariña y han empezado a comprar uva a otros viticultores con las que elaboran vino bajo la marca Cabeza de Perro.
Transición al ecológico
El paraje de las Gundiñas y esa emblemática casita blanca en la colina se ha convertido en el escenario perfecto para presentar y catar los vinos de Cantariña. ‘Seguimos sin tener bodega propia. Así que solemos recibir aquí a las visitas para presentar y catar los vinos. Podemos ver las cepas viejas, las variedades, la idiosincrasia de las parcelas y admirar desde lo alto el valle de Valtuille-Villafranca’. Podría decirse que no hay lugar mejor. Copa en mano, Santi relata la filosofía de Cantariña en cuanto a cultivo y elaboración de vinos. En el campo, se encuentran en plena transición hacia el cultivo ecológico, hito que confían obtener en 2023. ‘Nos parece que es la manera más adecuada de defender la identidad de una viña vieja y conservar un entorno que va más allá de las cepas. Queremos que nuestros vinos representen el terroir y para ello, el suelo debe estar sano. Es cierto que cuando les quitamos los sistémicos a las cepas centenarias lo pasaron muy mal y perdimos mucha producción pero asumimos que esto tiene que pasar e incluso que algunas cepas van a morir. Hoy solo aplicamos productos de contacto y trabajamos con cubiertas vegetales, arando y desbrozando varias veces al año’.
Ese empeño por el cultivo ecológico y natural se retroalimenta en la bodega, donde la intervención es mínima. ‘No son vinos naturales porque contienen sulfitos pero este es el único aditivo que utilizamos. No acidificamos con tartárico, no filtramos, no usamos encimas para que decante el vino ni ningún tipo de clarificante y eso nos reafirma en nuestro propósito de hacer vinos muy puros y muy honestos’. Algo que tuvieron claro desde el inicio y que reafirman con su propio nombre Cantariña, con el que brindan su respeto a un grillo que habita en la zona y canta entre las viñas.
Hoy elaboran entorno a las 20.000 botellas. Cantariña 1 La Tintorera, elaborada con un 80% de garnacha tintorera. Cantariña 2 Viña de los Pinos, en homenaje a su paraje más emblemático y elaborado con un 90% de mencia de diferentes parcelas y un 10% de variedades blancas. Cantariña 3 El Triangulo, una de las parcelas de los Pinos que vinifican por separado. Cantariña 4 La Blanca, su blanco elaborado con Dona Branca, Palomino y Godello. Cantariña 5 es la mencía de la zona de Valdeobispo y Cantariña 6, su gran apuesta por el merenzao. ‘Somos el único merenzao de la DO. Nos gusta mucho y seguiremos apostando por él’. Son todos vinos con crianzas en barricas usadas de roble francés (entre 8 meses y un año) y largos envejecimientos en botella.
Con Cabeza de Perro elaboraron unas 2.000 botellas de un mencía joven con un leve toque de barrica que se agotó de inmediato y un palomino sorpresivo que fermentan en una tina de roble francés y reposa durante 8 meses con sus lías finas. ‘Lo sacamos este año y está gustando mucho. La viña de los Pinos no la podemos ampliar así que Cabeza de Perro es nuestro motor de crecimiento futuro’.
Quizás todo empezó como un juego pero la viña de los Pinos y Cantariña, con solo dos años en el mercado, están triunfando en el Bierzo, en muchas ciudades de España y en Inglaterra, que ya consume un 10% de su producción. Y parece que solo acaba de despegar.

Cata en la Viña de los Pinos
- Visita a la Viña de los Pinos, charla sobre el viñedo tradicional en El Bierzo y cata en La Cabaña de 3 vinos: 20 euros/persona.
Más información: Cantariña Enoturismo