La poda es una de las operaciones más importantes del trabajo del viticultor. De ella, depende no solo la producción de la siguiente cosecha, sino también la estructura, la salud y la longevidad de la cepa. Es un trabajo laborioso. Pensad que debe podarse manualmente cada cepa, una a una, cada año.
Me pregunto cuántas cepas sumarán entre las 70 pequeñas parcelas de 13 Viñas. Le pregunto a Julio. ¡Ni idea!, responde. ¿Y si tuvieras que dar una cifra? ‘Por encima de 25.000, diría’.
La vid es una planta trepadora, de crecimiento ilimitado. Se dice que pueden alcanzar hasta 30 metros de longitud. De hecho, recuerdo que siempre me han encantado esas casas rurales con majestuosas parras haciendo de porche en la entrada. Aquí, no tan estéticas, las veo cómo crecen y se enredan entre arbustos y matorrales.
El objetivo de la poda es, precisamente, controlarla para favorecer que todas las energías se centren en producir y alimentar el fruto y no en crecer, crecer y crecer. Así, la primera labor del viticultor a la hora de plantar o recuperar un viñedo es podar la cepa de una determinada manera para conducirla y darle forma. ‘Mira, todas las viñas viejas están en vaso porque es el sistema tradicional que mejor te permite respetar el flujo natural de la savia’.
Existen varios sistemas de conducción de la vid: en vaso, en espaldera, en parra o en lira. La industrialización de la viticultura en los años 60 transformó gran parte del viñedo que había en vaso por espaldera (en vara arqueada, cordón royat o guyot) con el fin de mecanizar las labores del campo, hacerlo más estético y trabajar más cómodamente. Los tractores y los arados mecanizados permitían abaratar los costes de producción y trabajar con mayor rapidez. Sin embargo, hoy hay mucha inquietud entre los viticultores de todo el mundo por la muerte prematura de las viñas. Si antes un viñedo podía vivir más de 100 años. Hoy en día, muchas vides de nueva plantación, sobre todo en espaldera o guyot, no alcanzan los 30 años de vida.
‘La cepa es un ser vivo, debe respetarse la edad y la circulación de la savia para favorecer su desarrollo. De lo contrario, le estás haciendo daño, produciéndole heridas de muerte por donde le fomentas las enfermedades’, me explica Jesús Alcaide, socio de 13 Viñas. De ahí, que muchos hablen hoy de la poda de respeto.
Además, no es igual la poda de formación, de renovación, de reconversión, de recuperación o de transplante. El viticultor se convierte así casi casi en un escultor y debe dominar bien la técnica de poda en cada caso. Jesús lleva podando viñas desde pequeño, como se lo enseñó su padre, que lo aprendió a la vez de los abuelos. ‘Nuestros abuelos no tenían tractores, no hay caminos entre las cepas porque aprovechaban al máximo la tierra para plantar. Además en muchos casos las viñas se encuentran en zonas totalmente inaccesibles. Por eso se abandonaron’. Ese es el caso de muchas de las parcelas que cultivan, en Pradilla o en el Alto de San Estaban. No les queda otra. Todo el trabajo es manual.
Poda de invierno
La poda principal se realiza en invierno, cuando la planta está en reposo vegetativo. Se eliminan los sarmientos de la temporada anterior y se favorece así la regeneración de la planta. Al tratarse de viñedos viejos, la poda es aún más delicada y minuciosa. Hay que analizar el estado de los sarmientos y eliminar todas las zonas de brotación posibles que han surgido con los años dejando solo aquellos donde la savia puede circular de la forma más limpia y directa posible. Lo que se intenta es que esos sarmientos crezcan fuertes y de ellos broten dos o tres yemas como máximo. ‘Los primeros años no recuperas producción pero la idea es ir, poco a poco, recuperando el viñedo, con todas sus cepas’.
Es muy reconfortante ver cómo aprecian su trabajo pese a las muchas horas, días, años invertidos sin tener la seguridad de obtener una producción rentable. Jesús me cuenta que a la hora de decidir las yemas que dejan cada año, hay que valorar el vigor de cada planta. ‘No todas las vides son iguales. El grosor y longitud de los sarmientos que se van a cortar indican la fortaleza de la vid y la poda que le conviene’. También depende de la variedad. ‘Por ejemplo, la mencía tiene yemas productivas cerca de la base y eso permite hacer una poda en corto’. Me doy cuenta que no hay reglas escritas, sólo años de experiencia.
Poda en verde
Además de la poda de invierno, en primavera se realiza la poda en verde con el fin de eliminar «carga» de la planta para mejorar el rendimiento y la calidad de la uva. ‘Nosotros no hacemos mucha poda en verde porque las viñas viejas recuperadas no suelen ser tan vigorosas como las jóvenes. Además pensamos que las hojas protegen a los racimos de las tormentas o granizadas, como así ha sucedido este año’, me explica Julio. Es cierto, en Valtuille algunas bodegas que ya habían realizado la poda en verde tienen ahora muchos racimos dañados. No obstante, una vez la uva ya ha cuajado y las bayas empiezan a tomar buena forma, sí es necesario «limpiar» el viñedo. ‘Lo que hacemos es arrancar los bravos (brotes salvajes procedentes del pie de la vid) y eliminar los mamones (brotes de la cepa no deseados, que no tienen fruto y que le absorve energía vital a la viña). De esta manera, dejamos solo esos sarmientos que preparamos en invierno y que nos dan racimos. La planta se concentra en ellos. No son muchos. Ya sabemos que las cepas viejas no dan gran producción pero sí unas uvas sanas y de buena calidad para hacer el vino. Dejamos el despunte (recortar las puntas para detener el crecimiento a los sarmientos) para otro día.
Sonrío. Parece que todo va bien. ¿No es así Julio? ‘De momento sí, esperemos que venga ya el calor y empiecen a madurar. Entonces nos ocuparemos del siguiente riesgo’. Se refiere a los jabalíes y a los corzos, a quienes al parecer les gustan mucho las uvas. ¡Madre mía, no ganamos para sustos!
Muy bueno el vídeo, totalmente de acuerdo en todo,yo tengo 78 años y ahora de jubilado atiendo con más tiempo e ilusión unas pequeñas viñas, soy de D.O.Valdeorras,A Rúa (Ourense)
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