Vinos Cariñosos, amor puro al Bierzo

El cariño es ese sentimiento de apego y afecto que se experimenta respecto a algo o alguien. Pero, ¿un vino puede ser cariñoso?, me pregunto. Ya os adelanto que la respuesta es sí. Pero al igual que con las personas, el cariño no surge de la nada. Nace del trato y del contacto, al comprobar y reconocer que cada acción, por pequeña que sea, es significativa porque se hace con amor, con atención, con cuidado y respeto. Lo percibimos en una palabra, un gesto, una caricia, un beso o una simple mirada. Y sin saber cómo, se ha creado un vínculo, que es íntimo, valiente, constructivo e inquebrantable.

El proyecto de Mónica González y Jesús Martínez se llama Vinos Cariñosos. No es casualidad. Sólo tenéis que visitarles una vez –una sola- para llegar a sentir ese cariño inmenso. Primero hacia el Bierzo, después a la tierra, el paisaje, las cepas, el legado histórico, la tradición, los amigos y, por fin, el vino. Porque el vino es, en esencia, esa rareza social que tiene la capacidad de formar y aunar sentimientos y buenos recuerdos.

‘Hacemos vino porque siempre se hizo, porque nos encanta, lo disfrutamos y nos apasiona’, explica Mónica. Viticultores desde siempre -como muchos en el Bierzo- de las viñas familiares. ‘Vendíamos las uvas pero siempre dejábamos algo para casa, para hacer nuestro vino’.

Este año, por primera vez, lo han registrado en la Denominación de Origen Bierzo y lo han puesto a la venta.  ¿Casualidad? Para nada. El vino siempre ha formado parte de su historia, de la de Mónica y de la de Jesús. Lo que ocurre es que juntos, se magnifica. Empiezan a experimentar, a juntarse con amigos y bodegueros, a comparar, a comprar depósitos, barricas y a embriagarse de la pasión por el vino. Y sin casi percatarse, ya están elaborando unas 1.500 botellas. Sí, algo ínfimo, limitadísimo, exclusivo y, quizás por ello, más especial aún.

Viñedos en Hornixa y en Rimor

Mónica González nació en Hornixa, una pequeña localidad perteneciente al municipio de Corullón, uno de los pueblos vitivinícolas más reconocidos del Bierzo y más aún desde que Raúl Pérez consiguió los 100 puntos Parker con La Muria, procedente de viñedos de la zona de Hornixa y Viariz. Ella es curiosa por naturaleza, autodidacta de raza y con un don natural para la cata que le ha merecido el título de primera sumiller berciana acreditada por la Junta de Castilla y León y, por tres años consecutivos, la representante por León en el campeonato de España de Sumilleres.

Jesús nació en Cacabelos, amante del campo, la naturaleza, los animales…. Su condición le llevó inapelablemente a ser agente medioambiental y dedicarse a proteger y custodiar el patrimonio natural. Parece que estaban predestinados. Instinto, experiencia e intuición no les falta.

Juntos cultivan pequeñas parcelas familiares situadas en Hornixa, donde se encuentran los viñedos más altos y frescos del Bierzo, y en la zona de Rimor -donde residen con su hija Lucía-, a 10 minutos de Ponferrada. Allí compraron una viña situada en lo alto de un monte con vistas al valle, rodeados de cerezos y almendros. Una preciosidad donde realizan catas guiadas para amigos y visitantes. ‘Nos gusta traer a la gente aquí y que vean el origen, las viñas. Trabajamos el viñedo de forma sostenible. Tenemos mucho respeto por los suelos, las cepas viejas –que son nuestro mejor legado- y las uvas autóctonas’.

Visitas que dejan huella

Mónica es una enciclopedia andante acerca del patrimonio, la historia y la tradición berciana. Jesús te descubre los parajes y el sonido de la naturaleza (si vais en familia, recuérdale que os acerque a la casita del ratoncito Pérez). Y cada visita se vuelve única, una experiencia totalmente personalizada donde la viticultura, el paisaje y el entorno son el elemento conductor de una charla que sería interminable si no fuera porque el cae el sol y llega el momento de la cata.

Jesús ya ha preparado la mesa, las copas y unas delicias bercianas que maridan a la perfección. La conversación fluye sola y la cata se vuelve menos divulgativa y más disfrutona a cada minuto. ‘Todo depende de las personas que nos visiten, ya percibes si quieren profundizar en la cata o prefieren que les cuentes otras cosas sobre el vino, la elaboración, el Bierzo… Beber vino es algo que a la gente le encanta, un ritual que te permite descubrir infinidad de cosas: historia, origen, cultura, sabores… hay que dejar que todo fluya’.

Los vinos

La puesta de sol es espectacular desde lo alto de la viña, que se ha convertido en un mirador de excepción sobre el valle. Catamos Altos de Hornixa, una mencía joven de innegable expresión varietal. Una mencía ‘pura y dura’ como les gusta llamarla. ‘Elaboramos nuestros vinos con las levaduras autóctonas y la mínima intervención porque queremos conservar los sabores naturales. Queremos que sepan a Bierzo y que ese amor que comenzó en el viñedo y que involucró a tantas personas y a tanta naturaleza se exprese en la copa y el brindis. Y sea puro placer al primer sorbo y hasta al final’, explican.

¡Garantizado! La alta calidad de la uva es evidente, no hay fallos en el proceso de elaboración y la madre naturaleza ha hecho su trabajo. Suelo, clima y flora le dan al vino frescura, personalidad y distinción. Hay violetas, hay frutos rojos, hay sabor… Las caras de todo el mundo son de satisfacción y eso siempre reconforta. ‘Es que el vino por encima de todo te tiene que gustar, te tiene que dar placer, te tiene que enamorar…’, añaden.

Probamos también el palomino, esa variedad tan berciana les pese a muchos. ‘Es la principal variedad blanca del Bierzo y la verdad es que da unos vinos espectaculares si se trabaja con cuidado porque es muy oxidativa. A nosotros nos encanta y aunque todo el mundo viene buscando godello, nosotros queremos que la gente descubra la palomino del Bierzo’. Con la palomino ellos han elaborado auténticas maravillas: desde maceraciones carbónicas hasta crianzas en botas de jerez… ‘Lo divertido del vino es experimentar’.

Y para experimentar, llegamos a su última propuesta enólogica. Un duelo en toda regla entre el roble francés y el castaño. ‘Es el mismo vino, las mismas uvas, la misma elaboración, del mismo depósito pero con 11 meses de crianza en barricas distintas, una de roble francés y la otra de castaño’. ¡Qué prodigio! Dos mencías tan iguales y tan distintas te ofrecen una experiencia sensorial en toda regla. Algo único, exclusivo y lamentablemente restringido puesto que apenas hay 300 botellas de cada. ‘Lo pequeño, lo íntimo es siempre mejor. Cuando se acabe, se acaba… pero estos momentos son para siempre, únicos e inolvidables’, dice Mónica.

Y chas, sin percatarnos se acaba de crear el vínculo. Todo se ha vuelto íntimo, generoso, revelador y significativo. El vino, la compañía, la conversación, el lugar… El cariño te ha calado. Y ya nos lo advirtió Séneca: ‘No hay poder más grande que el auténtico cariño’. Así son, Jesús y Mónica. Mónica y Jesús. Vinos Cariñosos.

Catas a pie de viña

  • Visita a la viña, charla sobre el viñedo tradicional en El Bierzo y cata de vinos con aperitivo.

Más información: Vinos cariñosos

Publicado por maiteruiza

Periodista. Especialista en Vinos. Autora de El Viaje al centro del Vino

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