La palabra “VIGNERON” en Francia no define únicamente al viticultor que cuida las viñas y vinicultor que elabora vinos. El vigneron representa a un sector dentro del mundo del vino alejado de los procesos de elaboración y comercialización de las grandes bodegas. Es aquel que quiere desmarcarse de la producción masiva y de la elaboración de vinos iguales, que controla todos los procesos de producción de la uva y elaboración del vino, basándose en técnicas tradicionales que cuidan la calidad y protegen el entorno. Afortunadamente en el Bierzo, siguiendo los pasos del célebre enólogo Raúl Pérez, se ha forjado una buena generación de vignerons que elaboran vinos llenos de personalidad con tantas expresiones como parcelas existen. No hay que confundirlos con una moda ni con una operación de marketing. En Francia existen desde el siglo XII y aquí, aunque carecen aún de vocablo en el diccionario, parece que, por fin, se están ganando su espacio.
José Antonio García se reconoce como vigneron. ‘No somos grandes grupos bodegueros ni pretendemos serlo, no tenemos detrás a inversores del vino, ni a enólogos de manual con recetas establecidas, no compramos uvas que no controlamos ni tampoco seguimos los modelos de explotación propios de la viticultura industrial. Para mí, se trata de una filosofía y un estilo de vida’.
Esa filosofía pasa por entender el viñedo, tener el conocimiento del medio y de cómo se comportan las viñas en cada parcela y a partir de ahí, trabajarlas de forma sostenible e interpretarlas para obtener calidad y hacer vinos con sello propio. ‘Eso es lo más complejo de todo. No se trata solo de practicar el oficio de cultivar la viña y elaborar vino, se trata de explorar y hacer un vino que te represente’.
José Antonio García es inquieto, perfeccionista, autoexigente, buen comunicador y enamorado del entorno. Nació y creció en Cataluña, hijo de esa generación que abandonó el Bierzo en busca de nuevas oportunidades. ‘Mi padre era de Corullón y mi madre de Valtuille’. En 2010, decide instalarse en el Bierzo y hacerse cargo de las viñas de su abuelo, Santos García. ‘Yo venía del mundo de la restauración y la cocina, me gustaba el vino pero no tenía la formación’. Sin embargo, tuvo cerca al mejor de los maestros: Raúl Pérez. ‘Las primeras dos cosechas las elaboré en la bodega de Raúl, la Vizcaína’. En su afán por aprender, realizó un curso de viticultura y enología y empezó a estudiar los vinos franceses y especialmente los de la Borgoña, como referente.
‘El camino hasta encontrar qué tipo de vinos quieres hacer, cuál es tu sello personal, es largo pero hoy tras 11 añadas realizadas puedo decir que lo tengo y estoy muy orgulloso de lo que hago’. Trabaja las tierras con humildad, como lo hacía su abuelo, arando a la vieja usanza y con una yegua de carga, tratando el suelo con abonos orgánicos, libres de herbicidas y tratamientos químicos, cultivando las viñas de la forma más ecológica posible y buscando la personalidad de cada uno de los terruños. ‘En el Bierzo no se puede hacer una viticultura de libro. Es muy compleja porque su geografía y orografía -de lomas y contrastes entre la montaña y el valle-, su edafología -con diferentes tipos de suelos y propiedades- y su climatología -con microclimas de características concretas en diferentes orientaciones y altitudes- hace que exista una variedad de zonas muy amplia y diferentes entre sí’. Si a eso le sumamos que la mayoría de los viñedos son de cepas viejas que no permiten la mecanización, el Bierzo se convierte en un territorio vinícola único y muy especial. ‘Los ciclos vegetativos de las viñas en cada zona son diferentes. Por ejemplo, si haces poda en verde en una parcela muy cálida, las uvas se van a pasificar pero en cambio si no lo haces en otra parcela más húmeda, prepárate para la brotitis. Hay suelos que debes labrar cada año y otros que no, porque provocas un drenaje excesivo. Eso significa que debes conocer bien tus parcelas y trabajarlas individualmente’.
Hoy cuenta con 20 hectáreas de viñedos, el 80% de ellos en Valtuille y el resto en Corullón. Este año confía en poder terminar por fin la remodelación de su bodega, ubicada en la casa familiar en Valtuille de Abajo. En ella cuenta con 8 depósitos de inox con capacidad para 70.000 litros, tres fudres de madera, 28 barricas y tinajas de plástico para las microvinificaciones parcelarias. Elabora entorno a las 80.000 botellas y el 70% se destinan a la exportación. ‘En España, desafortunadamente, no entendemos el valor y el coste de este tipo de vinos’. Son vinos de villa y de parcelas (Rapolao, San Martin, Cova de la Raposa, Viñeda, Matalospardos, Cavanelas). Naturales, siempre con levaduras nativas, fermentaciones espontáneas, procesos singulares como la dilución, pocos sulfitos y uvas de bajas producciones. ‘El rendimiento permitido por la DO es de 10.000Kg/ha y en mis viñedos la media es de 3.000kg/ha, y en algunas parcelas hasta 1.500kg/ha’.
Experimenta con las variedades, las maceraciones y los ensamblajes: una dona branca monovarietal, una godello macerada con pieles y envejecida con sus lías, la mencía mezclada con variedades blancas, el vino de parcela con toda la expresividad del terruño y la última novedad 2020, Júlia (aun sin etiquetar), un homenaje a su mujer elaborado mediante la técnica de dilución con un alto porcentaje de blanco junto con las tintas merenzao y garnacha tintorera. Un vino muy especial, goloso, fresco y ligero. ‘No hemos descubierto nada. Los vinos del Bierzo eran vinos más fluidos porque incorporaban esa parte de variedad blanca, vinificaban con raspón, no había bombas para el remontado. Todo eso es lo que volvemos a hacer ahora nosotros’. Vinos que son pura emoción, fruto de esa conexión y todo ese esfuerzo realizado durante once años en el campo. Un sentimiento de vinculación con el entorno natural y las viñas que intenta trasmitir también a sus hijos de 2 y 4 años. No es de extrañar, ante tanta dedicación y pasión por el vino, que le hayan puesto a su hija el nombre de Mencía.

Unculín Mencía 2019
Variedad: 100% Mencía
Elaboración: Vinificación en parte con raspón y con el resto de la uva sin estrujar y una leve crianza en depósitos.
Cata: Color rojo rubí con reflejos púrpura. En nariz fruta roja (frambuesa, fresa). En boca frescura y tanino muy fino..
Alcohol: 13,5%
Precio: 7,90 euros
Unculín Blanco 2019
Variedad: 70% Dona branca, 30% Godello
Elaboración: Cada variedad se vinifica por separado. Se emplea uva despalillada y prensada en prensa vertical, teniendo contacto pelicular durante este proceso. Una parte del mosto se incuba en barricas de 500l parte sin desfangar y otra desfangada y otra parte en inox. No realiza fermentación maloláctica.
Cata: En nariz destacan aromas a hueso de fruta, melocotón maduro y ligeros recuerdos a panal de abeja, con un apunte a flor blanca. En boca se presenta muy expresivo y amplio, con un final largo y fresco.
Alcohol: 13%
Precio: 9,90 euros
Aires de Vendimia Mencía de Valtuille 2018
Variedad: 85% Mencía, 15% otras
Elaboración: Vino de Villa. Despalillado parcial de los racimos. La fermentación alcohólica y maloláctica es espontánea y con levaduras autóctonas en fudres troncocónicos sin control de temperatura. Maceración con pieles durante 20 días y crianza de 1 año en barricas de roble francés..
Cata: Aromas muy frescos a frutos rojos. En boca es frutal, envolvente y muy amplio. Un vino que desprende mucha frescura, equilibrada acidez, impecablemente integrado y con un delicioso final mineral.
Alcohol: 13,5%
Precio: 21,90 euros
Aires de Vendimia Godello 2018
Variedad: 100% Godello
Elaboración: Se emplea uva despalillada y prensada en prensa vertical, teniendo contacto pelicular durante este proceso. El mosto se encuba directamente en barricas de 500 litros, parte sin desfangar y otra desfangada. No realiza la fermentación maloláctica. Posteriormente, permanece 10 meses con sus lías finas antes de ser embotellado.
Cata: Destacan sus aromas florales, con notas especiadas, de fósforo y recuerdos de nuez. En boca es punzante, complejo y muy elegante. Toda una rareza con una acidez fresca y persistente no exento de volumen.
Alcohol: 13%
Precio: 14,90 euros