Bodegas Merayo, el renacer de un negocio 100% Bierzo

¿Qué es un hombre sin sueños? Se preguntaba Albert Einstein, quien también predijo que ‘sin crisis no hay desafíos porque es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias’. Quizás, tuvieron que convenir dos crisis simultáneas para que se fundara Bodegas Merayo. Quizás solo fueron una simple coincidencia. Por un lado, el fuego bacteriano que arrasó las hectáreas de frutales del negocio familiar. Por el otro, Juan Merayo (el hijo), quien decide que necesita un cambio profesional y vital tras pasarse tres años en Angola trabajando para la multinacional Pricewaterhouse. Sea como fuera, fue en 2010 cuando Juan Merayo y su padre Pedro Merayo junto al enólogo Fermín Rodríguez-Uría deciden reconvertir una de las naves de fruta familiar y crear Bodegas y Viñedos Merayo. ‘Nuestra familia siempre ha estado ligada a la producción agrícola en el Bierzo. Mis abuelos ya hacían vino a granel que se vendía a Galicia. Mi padre cultivaba frutas, verduras y también viñas pero no hacía vino aunque su sueño fue siempre tener bodega propia. Así que en 2010, cuando yo volví, decidimos apostar por el vino y empezar a embotellar’, explica Juan Merayo.

Transformaron la nave de frutas familiar de Finca Miralmonte en una bodega, con todos los recursos y tecnología para generar vinos de alta calidad amparados
por la Denominación de Origen: despalilladora, prensa vertical, depósitos de inox, un par de fudres, 200 barricas y toda maquinaria necesaria para la cadena de producción completa hasta la fase final de embotellado y etiquetado. ‘Aprovechamos las cámaras de refrigeración de la fruta para ubicar las barricas con control de temperatura’.

Las viñas ya las tenían. Su padre había ido adquiriendo y plantado viñedos en los valles que van desde Valtuille a Vilafranca durante los últimos 20 años. Vendieron unas parcelas, adquieron otras hasta llegar a las 42 hectáreas de viñedo en propiedad que tienen hoy, algunas en parajes singulares como la Galbana o la Gineta, con viñedo centenario de mencía y de godello. Nada podía salir mal. Pedro Merayo es un excelente conocedor del Bierzo y de las viñas, Fermín un experimentado enólogo y Juan Merayo un profesional preparado para establecer un buen plan de negocio. ‘Mi padre es un apasionado de las viñas. Las ha cultivado siempre con devoción y con el máximo respeto por la tierra, siguiendo los principios de la agricultura sostenible’. El 80% es viñedo centenario y utilizan el arado y el desbroce como técnicas alternativas a los herbicidas.

Todos sus vinos se elaboran a partir de uva propia y producen alrededor de 200.000 botellas. ‘Yo tenía muy claro desde el principio que para ser viables, necesitábamos volumen y calidad. Así que nos lanzamos a la piscina’.

Elaboran 9 referencias, tres entradas de gama: Merayo Mencía, Merayo Godello y Merayo Rosado, tres vinos básicos, de calidad y representativos del Bierzo. ‘Nuestro godello proviene de viñas centenarias. Hacemos la vendimia manual, realizamos una maceración pelicular en frío de 24 horas antes de pasar a fermentar en un rango térmico de 15 a 17º en grandes depósitos de acero inoxidable, en los que descansó sobre sus lías durante cuatro meses’. Puro Godello.

Con Las Tres Filas ofrecen al mercado una mencia más versátil, a caballo entre un joven con roble y un crianza tras seis meses de reposo sobre sus lías en barricas de roble francés y americano.

Y para completar el catálogo, cuatro vinos de paraje. Un godello, La Gineta, que envejece 12 meses en barrica, y tres mencías: Aquiana (12 meses sobre sus lías finas en barrica), El Llano (12 meses en barricas de roble francés de 300 litros) y La Galbana (12 meses en barrica  en contacto con sus lías finas). Para los que no tengan suficiente, elaboran también un 100% garnacha tintorera, La Garnacha, con el 30% de raspón y crianza de 12 meses en barrica. ‘Son elaboraciones cuidadas, con control de temperatura y bazuqueos manuales ajustados a cada elaboración’.

Nueve vinos distintos y excelentemente valorados por la crítica que nunca los ha puntuado por debajo de los 90 puntos. Y pese a todo, Merayo lamenta que en España aún cueste tanto dar al vino el valor que se merece, incluso manteniendo precios muy ajustados. El negocio está en el extranjero’, asegura. Por eso, el 60% de su producción se destina a la exportación y ese porcentaje va en aumento. Quizás eso no es lo que Pedro Merayo soñaba pero está claro que a espíritu de superación, pasión, constancia y dedicación no les gana nadie. Sólo tenéis que catar sus vinos para comprobarlo.

Publicado por maiteruiza

Periodista. Especialista en Vinos. Autora de El Viaje al centro del Vino

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