Germán R. Blanco: Bierzo Alto sin límites ni fronteras

Ni Ribera ni Rioja, si algún paraje y algún vino le sale del corazón a Germán Blanco, ese es el del Bierzo. Casa Aurora es su proyecto en el Bierzo Alto, en Albares de la Ribera, perteneciente al municipio de Torre del Bierzo. De allí era su abuela Aurora, con la que convivió y compartió un vínculo muy especial. Quizás por ello, nunca ha podido abandonar esta tierra y esa viña: una miniparcela de cepas viejas, rodeadas completamente de monte que tanto le cuesta mantener y tanta satisfacción le produce.

Con esa viña, de menos de un cuarto de hectárea, empezó todo. Bueno, empezó todo en el Bierzo porque German R. Blanco ya había arrancado a elaborar en Ribera del Duero, en la localidad de La Aguilera (Burgos). ¿Os suena Quintá Milú? Sí, esos Ribera del Duero que desmontaron un mito: el que, en Ribera, no podían elaborarse vinos ligeros, fluidos, con menos cuerpo, más frescura y menos graduación. De inspiración claramente borgoñesa. Pues Germán lo hizo y sus vinos ‘Quinta Milú’ vuelan con solo tocar el mercado.

También es el autor de La Bicicleta Voladora, en Rioja. Otros vinos que rompen con el perfil tradicional de Rioja, desmaderizados completamente. Vinificación y crianza en depósitos de hormigón y huevo Flextank. Y algo que ya es firma de la casa German R. Blanco: vinos jóvenes con máximo un año de estancia en bodega. ‘Yo no pretendo ser Beethoven, yo solo hago vinos para beber’, afirma. Y cuando dice eso se refiere a vinos golosos, frescos y bastante frutales, sencillos pero bien hechos y con excelente relación calidad-precio.

Mínima intervención, extracciones mínimas

Sí, Germán pertenece a esa oleada de viticultores en España que están revolucionando el sector volviendo a lo más básico. Fiel seguidor de Telmo Rodríguez, Alvaro Palacios y Raúl Pérez… Cree en el terruño, el viñedo, las variedades autóctonas, la mínima intervención pero introduce sus propias variables: ‘hacer vinos jóvenes, fáciles, sin límites ni fronteras’.

Se atreve a experimentar con recipientes, materiales, siempre microvinificaciones, extracciones mínimas (le gusta más la palabra infusión que extracción), crianzas leves y ensamblages en pro de la máxima frescura y diferenciación de estilos. ‘Si algo le falta al vino en España es más gente joven, gente con ganas, con pasión como lo fueron Telmo, Raúl Pérez, Palacios… gente que empuje por abajo, que rompa esquemas, que piensen que no todo está hecho en el mundo del vino’. Él, con 46 años, se considera ya ‘mayor’ pero entusiasmo no le falta. Aunque tampoco experiencia.

Pasión desde niño

Desde muy joven estuvo seguro de su pasión. Estudió perito agrícola para después formarse en Viticultura, Enología y Marketing del vino. ‘Mi familia no se dedicaba al vino pero a mí me atrajo desde siempre’, reconoce. Trabajó en vinotecas como Lavinia, la tienda de vinos más grande de Europa, como responsable de vinos italianos y franceses y en bodegas de diferentes denominaciones. Es inquieto, piensa y habla a la velocidad de la luz y destila pasión por el vino como si acabara de empezar. ‘La viña de Aurora ha sido siempre la niña de mis ojos. En 2003 hice 300 botellas, que me supieron a gloria’.

Profesionalmente se lanza al mercado en 2006 con Quinta Milú. En 2010 se plantea seriamente elaborar en el Bierzo. ‘Los vecinos del pueblo me ofrecían las viñas porque ya eran mayores para cuidarlas y así fue cómo me decidí’. Esa bodega en Albares -una pequeña casa de piedra y madera, donde los foudres, ánforas y barricas encajan en modo ‘tetris’- le tiene robado el corazón. ‘Esta es mi bat-cueva‘, dice.

Sí, aquí empezó todo. ‘Primero con la viña de Aurora. Al año siguiente ya hice Galapana y 500 botellas de Poula, con una selección de racimos de viñedos semiabandonados’. Son viñedos situados en la zona nordoeste del Bierzo, donde se ha perdido más del 80% de viñedo viejo. ‘Llegaron las minas y se abandonó el campo’. Ahora se siente orgulloso de poder evitar que ese patrimonio vitícola se siga perdiendo. ‘Yo intento evitar que ninguna viña buena del pueblo se pierda. Es más, creo que el cambio climático nos beneficia y lo que antes aquí tardaba en madurar, ahora vive su mejor momento’. La sonrisa le delata: defender el Bierzo Alto y Albares lo lleva en la sangre.

Embotellar el Bierzo Alto

Con los años ha ido creciendo, seleccionando parcelas y sumando colaboraciones de cultivo. ‘Año tras año he ido sumando viñas y uvas hasta llegar a las 30.000 botellas’. La bodega en el pueblo se le quedó pequeña y adquirió La Nave, un espacioso almacén en el polígono industrial donde realiza microvinificaciones en macetas de plástico, en huevos de flextank, cerámicas, foudres y barricas de diferentes tamaños y maderas… Y después vienen los ensamblajes, con ese don -natural o no- que Dios le ha dado. ‘Mi método es un año en bodega y fuera. Cato los vinos y juego con los ensamblajes, pensando siempre en el perfil de Bierzo Alto buscando la acidez, la fruta y la máxima frescura. Y es que Germán huye de clichés y esnobismos en el vino. ‘A mi algunos vinos me gustan hasta en porrón, como los claretes’.

Nunca sus vinos son iguales pero representan muy bien aquello que sale de cada viña y de cada añada’. Y es que a diferencia de Ribera y Rioja, en el Bierzo quiere ser purista, defender la singularidad de las diferentes parcelas (Galapana, Valle del río, Vendañona, Caras Norte, Caje…), la composición de los viñedos y las variedades plantadas. ‘La mencía siempre está acompañada de otras variedades y aquí hay muchísima garnacha tintorera y muchísimo palomino, mucho más que en el bajo Bierzo, con porcentajes que van del 30 hasta el 50%’.

Bierzo fuera de la D.O.

Con ello elabora ya 7 referencias: La Nave, Clos Pepin, Casa Aurora, Poula y este año hay novedades: un clarete, PePink, un godello, La Truena y otra mencía, Caras Norte, procedente de viñas orientadas al norte, esas que nadie quiere porque la uva no madura. ‘Ha sido mi apuesta personal porque el cambio climático juega a su favor y estoy encantado con el resultado. Es fresca, delicada, super ligera, con el sabor de un tinto y el cuerpo de un blanco’.

Además, este 2023 estrenará nuevo diseño, nueva imagen y todo sin etiqueta de la Denominación de Origen Bierzo. ‘Mis vinos no están dentro de la DO, primero porque el Bierzo Alto tardó en ser aceptado y ahora por desacuerdos con la institución y porque estoy muy decepcionado con el trato recibido’.

Pero ello no le impide para nada querer sumar al reconocimiento del Bierzo. ‘El Bierzo es una región excepcional y yo la defiendo a capa y espada’. Sus pilares son la tierra, la viña y el mínimo intervencionismo. ‘Respeto las parcelas, las plantaciones, las formas de trabajar y de hacer los vinos: vinos artesanales y de pueblo’. Y lo dice con la mejor de sus sonrisas. Muy real, nada fingida. ‘Yo vengo a sumar’. Y sus vinos, os aseguro que más que sumar, multiplican. Así que tomen nota y no lo duden.

Publicado por maiteruiza

Periodista. Especialista en Vinos. Autora de El Viaje al centro del Vino

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